La antología Flores de poetas ilustres (1605) fue el aldabonazo con el que un joven Pedro Espinosa encauzaba los nuevos aires de la poesía cultista de los Siglos de Oro. Pero, además, los poemas propios que incluyó en el volumen nos revelan a un poeta fino y renovador, atento a explorar las posibilidades de la poética culta con una intensidad similar a la desplegada por Góngora. Así, en su trayectoria posterior nos ofrecerá una perfecta síntesis de la poética barroca, con una apreciable diversidad de registros y versos, donde la reflexión intelectual y emotiva se une al ensayo de nuevas formas de expresividad. Pese a todo ello, Espinosa había quedado en el olvido de lectores y crítica. Ahora, al fin, podemos leer y comprender su obra gracias a esta cuidada edición de Pedro Ruiz Pérez, que nos pone de relieve a un autor fundamental a la par que devuelve los poemas a su contexto.
Pedro Espinosa, poeta y antólogo español del Barroco y uno de los miembros de la Escuela antequerano-granadina del Siglo de Oro.
Estudió Cánones y Teología probablemente en Sevilla. Era asiduo a la Academia poética granadina, dirigida Pedro de Granada Venegas donde conoció a otros poetas, como Gonzalo Mateo de Berrío. En su estancia en Sevilla se relacionó con Juan de Arguijo, reconocido poeta que reunía a su alrededor un grupo de intelectuales, entre los que se hallaba el pintor Francisco Pacheco. Durante sus viajes por Valladolid y Madrid, donde se codeó con los grandes escritores del Siglo de Oro (Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Tirso de Molina,...), Espinosa iba recopilando el material para su antología poética "Flores de poetas ilustres" (1605) obra con la que encauzaba los nuevos aires de la poesía cultista de los Siglos de Oro. Pero los poemas propios que incluyó en el volumen nos revelan a un poeta fino y renovador, atento a explorar las posibilidades de la poética culta con una intensidad similar a la deplegada por Góngora. Así, en su trayectoria posterior nos ofrecerá una perfecta síntesis de la poética barroca, donde la relfexíon intelectual y emotiva se une al ensayo de nuevas formas de expresividad.
Finalmente, Espinosa, desengañado del mundo, se retiró a la ermita de la Magdalena, componiendo ya solamente versos religiosos. Se ordenó sacerdote en Málaga. En 1615 el VIII duque de Medina Sidonia le concedió una capellanía y lo nombró rector del Colegio de San Ildefonso, donde permaneció el resto de su vida llevando una doble vida como prebístero y ermitaño. Su última obra llamada Tesoro escondido (1644) se considera perdida.
Pedro Ruiz Pérez nació en 1959 y es Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Córdoba. Ha sido profeson invitado en las Universidades de Paris III y Toulouse-Le Mirail. Desarrola su labor investigadora en el marco del Grupo P.A.S.O. (Poesía Andaluza del Siglo de Oro), con publicaciones sobre el período áureo como Gramática y humanismos (1993), El espacio de la Escritura (1996), Libros y lecturas de un poeta humanista. Fernando de Herrera (1997) o la edición de la Poesía de Boscán (1999). Sus monografías más recientes son La distinción cervantina. Poética e historia (2006), Entre Narciso y Proteo. Lírica y escritura de Garcilaso a Góngora (2007) y La rúbrica del poeta (2009). Sus perpectivas de análisis han quedado sintetizadas en el Manual de estudios literarios de los siglos de oro (2003), y se reflejan también en El siglo del arte nuevo (2010), volumen dedicado al siglo VII dentro de la Historia de la literatura española dirigida por J.C. Mainer.
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