Don Martín y don Luis han educado de forma totalmente distinta a sus hijas: severo uno, tolerante el otro. Como resultado, Inés, hija de don Luis, es sincera y natural, mientras que Clara, hija de don Martín, es hipócrita y falsa.
Don Claudio, amigo de la familia, había sido destinado a casarse don doña Inés, pero prefiere a doña Clara. La primera aceptaría sólo por obedecer a su padre; la segunda, decide fingir vocación religiosa, por temor a su padre, pero mientras concierta una boda secreta con don Claudio. Sin embargo, una herencia está en juego…
Como buen ilustrado, Moratín muestra su preocupación en esta obra por la educación de los jóvenes y por la existencia de una religiosidad sin hipocresía, una fe no agresiva ni inculta. Escrita en 1791 y representada por primera vez en 1804, el carácter satírico y moral del romance octosílabo de La mojigata la convierte en un modelo de obra teatral de la época, comparable incluso al Tartufo de Molière.
Es el autor comediógrafo más importante de la escuela neoclásica española: toda la alta comedia burguesa posterior del siglo XIX fue influenciada por él, su influcencia llegó incluso al siglo XX a autores como Jacinto Benavente. Sus máximas son: el teatro sirve como instrucción moral (escuela de buenas costumbres) y una acción que imite de modo verosímil la realidad. De ahí que sus obras tengan en común el contar una sóla historia en un sólo lugar y que toda la acción transcurra en un sólo día.
Graduada en Filología Hispánica y Filosofía en la Universidad de Sheffield, fue nombrada miembro junior de investigación en la Universidad de Bristol en 1989 y después en función de conferenciante en 1990. Desde el año 2000 ocupa la cátedra de literatura española en la misma universidad siendo, además, representante del Consejo de la Universidad.