Siguiendo la antigua tradición que se remonta a Esopo y a Fedro, y que reanudaría en Francia La Fontaine, Samaniego e Iriarte utilizan en estas fábulas a los animales como personajes y, a través de ellos, los autores reflejan de forma satírica y humorística los vicios y las costumbres humanas, siempre con un ingenioso desenlace y una moraleja final. Más allá de las claras intenciones pedagógicas y morales, sus historias siguen plenamente vigentes gracias a los desenfadados diálogos de sus protagonistas. En ellos confluyen el humor y la ironía, pero tampoco faltan momentos de lirismo o reflexiones sobre la hipocresía, la política, la guerra, el poder… y el ser humano.
Las Fábulas de Samaniego e Iriarte obtuvieron gran éxito desde su publicación y han sido utilizadas como texto escolar durante muchos años. Hoy en día, consideradas como uno de los clásicos fundamentales de la literatura española, aún encandilan a grandes y pequeños…
Escritor español famoso por sus fábulas, de tono aleccionador mediante moralejas, y los amores de la vida (Laguardia, Álava, 12 de octubre de 1745 - 11 de agosto de 1801).
De familia acomodada, estudió en París y en la Universidad de Valladolid. Más tarde formaría parte de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, fundada por Peñaflorida, donde leyó sus primeras fábulas, cuya primera colección de las mismas fue publicada en Valencia en 1782.
Durante sus estudios en Francia conoció a los enciclopedistas, que le contagiaron su afición por la crítica mordaz contra la política y la religión, burlándose de los privilegios. Sus cuentos más subidos de tono fueron compuestos al estilo de las Fábulas eróticas de Jean de la Fontaine y por ellos y otros en los que criticaba a los clérigos tuvo problemas con la Inquisición. El Tribunal de Logroño trató de confinarlo en un convento en 1793 tras considerar anticlerical y licenciosa parte de su obra; se salvó del castigo gracias a la intervención de sus influyentes amigos.
Tuvo violentos enfrentamientos literarios que mantuvo con algunos de sus colegas, como Vicente García de la Huerta y Fray Diego González. Pero, sin lugar a dudas, el más conocido, que duró años, fue el que sostuvo con el que había sido su amigo durante muchos años: Tomás de Iriarte.
Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo, poeta español de la Ilustración y el Neoclasicismo y también músico aficionado. Era hermano de los diplomáticos Bernardo de Iriarte y Domingo de Iriarte y sobrino del humanista, bibliógrafo y poeta Juan de Iriarte
Doctor en Filología Hispánica, nació en Úbeda (Jaen) en 1962 y reside en Ciudad Real. Profesor de lengua y literatura en Enseñanzas Medias, administra las listas de correo sobre Historia de la Prense (Histoprensa) y Literatura Hispánica (STYLUS, en Redlris). Se ha dedicado a investigar la historia de la prensa española, la historia de la literaruta en La Mancha, los escritores emigrados liberales del siglo XIX y los aspectos formales de la literatura española. Ha publicado la Autobiografía del filólogo y cervantista manchego Juan Calderón (1997) y editado otros clásicos manchegos olvidados, como las Obras del poeta posbarroco Carlos de Praves, o el Viaje a la Machan en 1774 del ilusrado canario José de Viera y Clavijo (1995), entre otros. Entre sus obras figuran además Estudios sobre literatura e historia (1993), Ilustración y literatura en Ciudad Real (2006), la edición crítica del Cervantes vindicado en ciento y quince pasajes (2006) de Juan Calderón, la de Félix Mejía, Obra dramática completa (1921-1852) (2010) y El Zurriago (1821-1823);: un peridódico revolucionario (2005). también ha escrito poesía (Palabras acabadas, 1992) y dirigió las revistas Ucronía y Línea Abierta.