Introducción de Teresa Labarta de Chaves.
El poema iba dirigido a cualquier hijo de vecino y por eso está escrito en román paladino. A este pueblo, que conocía y disfrutaba de los cantares de gesta, había que darle una obra que pudiera competir con esos cantares. Con los elementos que Grimaldo le suministra, Berceo trata de componer un poema sobre una figura religiosa que pueda parangonarse en grandeza con los héroes de los cantares de gesta. Por su perspectiva y su concepción del personaje, el poema de Berceo es en esencia un cantar de gesta a lo divino. Berceo es un poeta consciente de las corrientes literarias y los gustos de su tiempo. A pesar de que usa una misma forma de versificación en casi todas sus obras, él se siente trovador cuando canta a la Virgen y juglar cuando trata de Santo Domingo.
Gonzalo de Berceo (Berceo, c. 1198 - antes de 1264) fue un poeta medieval nacido en Berceo (La Rioja), uno de los máximos representantes del mester de clerecía que profesó como monje en el monasterio de San Millán de la Cogolla, llegando a ser notario en efecto del abad Juan Sánchez (1209-1253).
A principios del siglo XIII, el monasterio de San Millán atravesaba un periodo de decadencia de su antiguo esplendor, que el poeta intentó combatir con sus escritos, que fomentaban la devoción, las peregrinaciones y las donaciones en torno a las reliquias de los santos que conservaba el monasterio.
Berceo depuró el idioma castellano, en su variedad dialectal riojana, para lo cual incluyó vocabulario desde el latín y recurrió a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría.
Sus obras narrativas y didácticas en verso tratan siempre sobre tema religioso, y están constituidas fundamentalmente biografías de los santos, en especial aquellos a los que se rendía culto en los monasterios con los que estuvo vinculado. Actualmente, su obra más conocida son los Milagros de Nuestra Señora. Otras obras suyas son El duelo que fizo la Virgen María el día de la Pasión de su fijo Jesu Cristo, Del sacrificio de la Misa, De los signos que aparecerán ante del Juicio, el Martiryo de Sant Laurencio, los Loores de Nuestra Señora y tres Himnos, dedicados a Jesús, el Espíritu Santo y la Virgen.
Se han conservado sus doce obras a través de copias de dos códices, uno desaparecido de hacia 1260, y otro desmembrado de hacia 1325.