El teatro de los hermanos Álvarez Quintero ha tenido una gran presencia en los escenarios españoles durante el siglo XX; muy bien valorado en su día por público y crítica, no ha gozado, sin embargo, del aprecio académico que merecía. Su extensa producción escénica ha de juzgarse hoy, sin prejuicios, por lo que es y por lo que en su momento constituyó, no por lo que creamos que debió haber sido o por significados que los autores no pretendieron. El ojito derecho, Amores y amoríos y Malvaloca, los tres textos seleccionados en esta edición, representan ejemplarmente tres modos de su obra, cuyos méritos deben ser considerados de manera objetiva y proporcionada.
Serafín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 26 de marzo de 1871 – Madrid, 12 de abril de 1938) y su hermano Joaquín (Utrera, 20 de enero de 1873-Madrid, 14 de junio de 1944): Dramaturgos y poetas españoles conocidos popularmente como los hermanos Álvarez Quintero.
Aunque no escribieron únicamente comedias, es el género que los hizo populares y con el que más se les asocia por su gran talento cómico (Ojito derecho, su gran primer éxito, Malvaloca o Amores y amoríos) . En total escribieron cerca de doscientos títulos, algunos de ellos premiados, como por ejemplo Los Galeotes, que recibió el premio de la Real Academia a la mejor comedia del año. Su última obra conjunta es La Giralda, zarzuela de José Padilla.
La mayoría de sus obras son de naturaleza costumbrista, describiendo la forma de vida y las costumbres de Andalucía, aunque sin tocar los problemas sociales de las minorías más desfavorecidas. El lenguaje de sus piezas es un castellano depurado y elegante pasado, sus chistes son finos y de buen gusto y abunda la gracia y el salero con una genuina visión cómica de la sociedad andaluza. Son maestros en el diálogo y sus obras se llevarán al cine creando varios guiones para las películas de Estrellita Castro.
Dramáticamente no aportaron ninguna innovación, sus obras son comedias burguesas con una visión amable e idealizada de la sociedad andaluza. Esta "alegría de vivir" reflejada en sus obras, seguramente evitó que los implacables críticos de la época como Cernuda, Perez de Ayala o Azorín se ensañasen con sus obras.