La novela en la segunda mitad del siglo XIX, digna sucesora de la novela cervantina, reúne una serie de escritores de indiscutible calidad literaria que hacen de este período uno de los más fecundos de nuestra historia literaria. La obra de Valera se nos presenta como un rico conglomerado de ideas y sugerencias, de crítica y creación; incluso, de vivencias personales que ayudan no sólo a comprender el espectro político y social contemporáneo sino a analizarlo con las sutiles matizaciones de su peculiar perspectiva.
En Juanita la Larga el autor se nos presenta como mero descriptor e historiador fiel de unos hechos o lances que ocurrieron en tiempos pretéritos; sucesos que discurren a través de su singular concepto del arte, es decir, imitación de lo verosímil más que de lo real. El acontecer novelesco de Juanita la Larga encajará perfectamente con su ideario estético, materializándose en la peripecia argumental y, por ende, convirtiéndose Villalegre y sus protagonistas en personajes antónimos del naturalismo.
(De la Introducción de Enrique Rubio Cremades)
Juan Valera y Alcalá-Galiano fue un escritor, diplomático y político español del siglo XIX. Empezo tarde a escribir, publicó su primera novela con cincuenta años. Cultivó diferentes géneros. Como novelista creía que la novela debe reflejar la vida pero embelleciéndola, intentando eliminar los aspectos crudos de la realidad ya que la finalidad de la novela es la creación de la belleza. Sus dos temas principales son los conflictos amorosos y los religiosos. Entre sus obras destacan: Pepita Jiménez (1874), El comendador Mendoza (1877), Doña Luz (1879), Juanita la Larga (1896).