Por esta «trayectoria» camina un poeta singular. Gabriel Celaya ha sido algo más que un poeta social. En su poesía destacan los ecos de la dicción, el tono, la ironía y la atención a lo cotidiano; pero también fue un escritor disconforme con lo lingüístico, con lo existencial, con la indagación metafísica. Contrario siempre al yo, a la individualidad, Celaya creyó siempre en la poesía como un instrumento para transformar el mundo.
Gabriel Celaya fue poeta por ser hombre; y su poesía, desde sus primeros versos hasta los últimos, es y será una auténtica lección de humanidad y una declarada defensa de humanismo. Bien merece, entonces, esta renovada y actualizada Trayectoria poética, en la que José Ángel Ascunce recoge y analiza su mejor poesía.
Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, conocido popularmente como Gabriel Celaya, fue un poeta español nacido en Guipúzcoa de la generación literaria de posguerra.
Celaya fue uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida» o poesía social. Su obra y su figura estuvieron influenciados y fueron fruto de la estrecha colaboración con su esposa, Amparo Gastón. Su poesía es una verdadera lección de humanidad y una declarada defensa del humanismo, porque siempre creyó en la poesía como un instrumento para transformar el mundo.
Nació en San Sebastián en 1946, licenciado en Folología Románica por la Universidad de Deusto, se doctoró en Literatura en la Universidad Autónima de Madrid. En la actualidad es catedrático de Literatura española en la Universidad de Deusto (Campus-San Sebastián). Sus estudios y publicaciones giran preferentemente en torno a dos grandes épocas: Siglo de Oro y siglo xx. En este último apartado, la literatura del siglo XX, presnta especial atención a dos cmapos de estudio: el exilio español la poesía actual. Ha publicado numerosos artículos y diversos libros. Entre estos últimos, y dentro de la poesía contemporánea, merecen ser destacados los siguientes títulos: La poesía profética de León Felipe (1987) y Cómo leer a Blas de Otero (1990). Es igualmente prologuista y compilador de otros volúmenes: Al amor de Blas de Otero (1986), La poesía de Miguel de Unamuno (1987) o Ernestina de Champourcin: Poesía a través del tiempo (1991)
