El progreso, la ley, el alma, Dios, la Revolución Francesa, Waterloo, el idilio amoroso, la prisión, el contrato social, las barricadas de 1832, el crimen, las cloacas de París… todo tiene cabida en esta monumental novela. Y, como su título indica, todo gira en torno a la palabra "miserable", pues Víctor Hugo distingue entre los miserables hijos de la degradación material, aquellos que nada tienen salvo su dignidad, y los miserables producto de la degradación moral, a los que ya nada les queda, pues han perdido incluso aquello que les hace personas: su humanidad. Ambos tipos de miserable giran en un fantástico torbellino, los unos luchando denodadamente por avanzar hacia la luz, los otros deslizándose sigilosamente hacia las tinieblas, que siempre, en el fondo, tienen un origen que hay que ir a buscar lejos de quien las sufre.
Con todo ello, Víctor Hugo invoca al progreso, entendido como el triunfo de las libertades personales, el camino que la sociedad recorre para ser más justa, procurando a todos sus miembros trabajo, salud, educación y, en definitiva, libertad. Una obra monumental, de gran valor histórico y moral, y con una trama apasionante, que ahora podemos disfrutar en la nueva y cuidada traducción de Andrés Ruiz Merino.
Para los que deseen leer la obra completa. Pueden encontrar una magnífica edición en Los miserables de Edhasa
Nació en Besançon en 1802. Su padre era militar al servicio de Napoleón, lo que le hizo llevar una vida inestable y viajera y que a la edad de 9 años lo llevó hasta España, donde estuvo estudiando y aprendió cosas que más tarde quedarían reflejadas en sus obras futuras. Su vida pública fue extraordinaria, sobre todo en la vertiente política, en la que destacó como parlamentario. Brilló como conferenciante y polemista. En 1845 es nombrado par de Francia y en las elecciones de 1848 a la Asamblea Nacional es elegido diputado por París como representante de las derechas, lo que no le impide ses mismo año votar a favor de la república y apoyar a Luis Napoléon en las elecciones presidenciales. En 1849 pronuncia en la Asamble un discurso sobre la miseria; su posición radical ante el problema le obliga a romper con la derecha y a hacerse republicano. Tras el goldpe de estado de Napoleón III, emprendió el camino del exilio y ya no volverá a Paris hasta la proclamación del la Tercera República. El recibimiento que se le hace se convierte en un acontecimiento multitudinario sin precedentes en la historia de Francia. Durante todo este tiempo hasta su muerte, Víctor Hugo se ha ido convirtiendo en un referente moral cuyas opiniones, difundidas por la prensa, reciben la adhesión del público. A su muerte se organizaron unos funerales de estado y todo París se vuelca en el seguimiento del cortejo fúnebre, e unas proporciones sólo alcanzadas después con motivo de la muerte del general De Gaulle. Víctor Hugo se había convertido, en vida, en un mito, en un símbolo para toda la sociedad europea por su continua desfensa a los desfavorecidos, en particular de los miserables y de los presos políticos.
La bibliografía sobre la vida de este autor y su propia obra supera la de cualquier autor salvo Shakespeare y Cervantes. Los expertos calculan que un lector con dedicación exclusiva tardaría aldrededor de veinte años en leer solamente los libros de la Biblioteca Nacional de Paris dedicados a Víctor Hugo. Sus obras más destacadas son Nuestra Señora de París y sobre todo Los miserables.
Catedrático de enseñanzas medias. Ha ejercido docencia en centros universitarios y en institutos de educación secundaria durante más de treinta años, de ellos, seis en París como profesor de Liceo y tutos de la UNED. Es traductor de diversas obras en editoriales como Alianza o Siglo XXI y también ha colaborado en Castalia con la edición reducida de Los miserables de Víctor Hugo en Castalia Prima. También ha realizado una nueva traducción de la obra completa de Los miserables disponible en la colección de Edhasa Literaria en Edhasa.