Hay en estos relatos un innegable intento de desentrañar la cara más oscura de nuestra personalidad, esa capacidad de encaminarnos en un sentido mientras pensamos en su contrario. Y lo hace con una sutil dosis de ironía, cercana a veces al sarcasmo, en otras al desvarío más surrealista, plasmando situaciones en las que los personajes parecen dudar de la realidad en la que viven, envueltos en sueños inverosímiles convertidos en vida. Hay también una excelente demostración de cómo las personas estamos sometidas a las incertidumbres, a las circunstancias de otros seres unidos a nosotros que determinan con sus actitudes cada uno de nuestros pasos, que nos convierten en meros espectadores de una realidad a la que hemos otorgado el nombre de existencia.