Siguiendo una antigua tradición que se remonta a Esopo y a Fedro, y que reanudaría en Francia La Fontaine, Samaniego nos lega unas fábulas que se caracterizan por su vivacidad y soltura, el buen gusto y la mesura, por la agilidad en el tono y en la rima. Los protagonistas de la mayor parte de estas narraciones en verso son los animales, diversos pero siempre perfectamente caracterizados, y, a través de ellos, se reflejan de forma satírica y humorística los vicios o costumbres humanas, con un ingenioso desenlace y una moraleja final. Más allá de las claras intenciones pedagógicas y morales, siguen plenamente vigentes las historias, esos diálogos desenfadados entre los animales donde confluyen el humor y la ironía, sin que falten momentos de lirismo y reflexiones sobre la hipocresía, la política, la guerra, el poder... y el ser humano.
Clásico permanente de lectura para cualquier edad, estas Fábulas, publicadas entre 1718 y 1784, son la producción más aclamada de Félix María de Samaniego. Divertidas, ligeras y entretenidas, resultan deliciosas aún a día de hoy.
Escritor español famoso por sus fábulas, de tono aleccionador mediante moralejas, y los amores de la vida (Laguardia, Álava, 12 de octubre de 1745 - 11 de agosto de 1801).
De familia acomodada, estudió en París y en la Universidad de Valladolid. Más tarde formaría parte de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, fundada por Peñaflorida, donde leyó sus primeras fábulas, cuya primera colección de las mismas fue publicada en Valencia en 1782.
Durante sus estudios en Francia conoció a los enciclopedistas, que le contagiaron su afición por la crítica mordaz contra la política y la religión, burlándose de los privilegios. Sus cuentos más subidos de tono fueron compuestos al estilo de las Fábulas eróticas de Jean de la Fontaine y por ellos y otros en los que criticaba a los clérigos tuvo problemas con la Inquisición. El Tribunal de Logroño trató de confinarlo en un convento en 1793 tras considerar anticlerical y licenciosa parte de su obra; se salvó del castigo gracias a la intervención de sus influyentes amigos.
Tuvo violentos enfrentamientos literarios que mantuvo con algunos de sus colegas, como Vicente García de la Huerta y Fray Diego González. Pero, sin lugar a dudas, el más conocido, que duró años, fue el que sostuvo con el que había sido su amigo durante muchos años: Tomás de Iriarte.
Ernesto Jareño (Madrid, 1924) fue alumno de la Institución Libre de Enseñanza. Licenciado en Filología Románica en la Universidad de Madrid, fue profesor en el Instituto de Estudios Hispánicos de la Universidad de Leiden (Holanda) y dirigió sus investigaciones, sobre todo, en torno a Samaniego, Tirso de Molina y Fernán Caballero.